La madre
guarda el secreto,
lo que abarcarán las manos.
Maldice los poros,
cada día.
Bajo esa mirada
los bordes,
su exacta materia.
Y contener
todos
los latidos
ahogados,
el peso del silencio.
Vendrá la crecida.
Cuando se quiebre el cristal
se anegará mi casa.
¿Qué lágrimas vuelven a su vasija?
Resecos
ojos ancianos,
ven el futuro.
Hasta aquí llega.
Lerena / 2014
"TRAVELLING"
(Fotograma de "El espejo". Andréi Tarkovsky)
Querido Javier, el futuro habita en el presente porque somos tránsito y carencia; así que esa mirada reseca es el ahora. Un fuerte abrazo y me alegra visitar tu blog. Un abrazo.
ResponderEliminarEfectivamente, José Luis, ese tránsito y carencia nos define. Ésta condiciona a aquel. Un fuerte abrazo. Gracias por tus siempre interesantes aportaciones.
ResponderEliminarMuy bello poema Javier ( y ¿qué vasija guarda el secreto de las manos?) Me ha encantado conocer tu poesía, gracias por suscribirte a mi blog. Seguimos compartiendo. Un abrazo, Luisa
ResponderEliminarQuerida Luisa, perdona que no te haya contestado. No vi tu comentario. Me alegro de que te haya gustado el poema.
EliminarPor supuesto que seguimos compartiendo.
Un abrazo.